Es normal, cuando al fin estamos en un momento que se supone es todo nuestro, evitar conectarnos con ese instante porque tenemos a nuestra inconsciencia pilotando nuestro cuerpo. Auto saboteamos el privilegio de ‘estar’ en el presente. ¡Imagínate cómo es cuando estamos ‘ocupados’!

Respirar es un acto de fe, sabemos que cuando termine la exhalación ahí estará de nuevo el aire, inagotable, a nuestra entera disposición, al igual que sucede con el tiempo, que transcurre y se pierde mientras sigue llegando.
Darle importancia al sólo acto de respirar nos conecta con nosotros mismos, alinea nuestra alma con el cuerpo, nos prepara para dar y recibir energía, para la meditación, para la espiritualidad, nos coloca en el presente «aquí y ahora», nos ayuda a salir del estrés, la ansiedad, de la bruma que invisibiliza nuestro poder.
Existen muchos métodos de respiración que puedes aprender -incluso de forma autodidacta en internet- pero lo importante es el gesto, es darte importancia, es simplemente escuchar y sentir cómo inspiras y exhalas. Es el comienzo del desenvolvimiento espiritual, por eso, si pierdes el camino, si te encuentras en una crisis, respira.
La mejor forma de hacerlo es con mindfulness, una técnica de meditación científica que posee excelentes beneficios, entre ellos liberarnos del estrés, la ansiedad, mejorar nuestra memoria y atención, entre otros.

El más básico consiste en «tomar conciencia del momento presente», «tomar conciencia de la realidad» y «vivir el momento» (Ojo, no es lo mismo consciencia que conciencia). Sólo tienes que sentarte (no necesariamente en la posición de loto), recostar la espalda y relajar todo tu cuerpo pero sin apoyar tu cabeza para evitar quedarte dormid@, ya que si te duermes perderás el enfoque en la respiración.
Si la postura alcanzada nos genera tensión en algún área del cuerpo, será preciso reajustar la posición corporal, es importante tener la columna recta pero relajada, para lograrlo puedes utilizar almohadas. Luego sólo debes respirar, haciendo que el aire entre a tu estómago y concentrarte en tu respiración, como se mueve y fluye en esa zona como la corriente del mar, nada más, eso es todo.
Parece sencillo pero aparecerán muchos pensamientos que saltarán en tu mente -como un mono de rama en rama- (está bien, eso es normal, a todo el mundo le pasa) la idea es que seas consciente de que eso está ocurriendo y volver inmediatamente a concentrarte en tu respiración.
